viernes, 26 de junio de 2009

EL SITIO DE BALER


Especialmente dedicado para bobos impenitentes que pretenden la obligatoriedad del silbo gomero, que no comprenden que una bandera española puede ondear en el españolísimo monte Gorbea, que no acaban de creerse que la capital del catalanismo cayó sin lucha porque los catalufos no eran suficientemente hombres para defenderla, para los cretinos de pito, lábaro y pandereta que no ven más allá de sus narices y, en definitiva, a esa inmensa masa amorfa sin pudor y sin dignidad que forma el actual "pueblo español" o, simplemente, habitantes del estado.

Hoy recomiendo encarecidamente la lectura de un libro fundamental, El sitio de Baler. Obra escrita por el General D. Saturnino Martín Cerezo, Teniente, en aquel momento, del destacamento que escribió una de las páginas más gloriosas de la historia de España y de la Humanidad. Por aquella gesta recibió la más alta distinción con la que España reconoce a sus mejores hijos, la Cruz Laureada de San Fernando.

La obra fue escrita en 1904 y por R. O. de 25 de mayo de 1915 se recomienda su adquisición para las bibliotecas de los Centros, Dependencias y Cuerpos de Ejército por considerar su lectura útil y conveniente a todos los militares. Yo añadiría que hoy debiera recomendarse su adquisición a todas las bibliotecas de colegios, institutos y universidades.

Narra la obra los sucesos acaecidos en Baler, cabecera del distrito Príncipe en la isla Luzón de Filipinas, durante los 337 días de heroísmo en el que la guarnición del Batallón Expedicionario nº 2, apenas medio centenar de hombres, dejó constancia que ser español no es una "suerte" sino un honor.

Anteriormente a los hechos, ya el destacamento del Teniente Mota había sufrido 10 bajas, incluída la del propio Teniente y una precaria paz puso fin a las hostilidades de momento.

Enviado a Baler el Batallón Expedicionario nº 2, se refugió éste en el único edificio mínimamente sólido de la localidad, la iglesia, haciendo acopio de víveres, siendo el día 27 de octubre de 1897. Estaba el Batallón mandado por el Teniente Alonso Zayas y el segundo Teniente Martín Cerezo.

A su vez, se unió también al destacamento el Gobernador político- militar del Distrito, Capitán D. Enrique Las Morenas y Fossi.

Este reducido grupo de españoles sostuvieron el asedio de los insurrectos filipinos durante 337 días con el único horizonte de morir con honor defendiendo un pequeño trozo de España o ser auxiliados por sus compañeros de armas, sin saber que la escoria política, que siempre ha sido el cáncer de este país, llámense Sagastas o Zapateros, ya había vendido los intereses nacionales de la manera bastarda que siempre les ha caracterizado. Sin espacio, comiendo alimentos en mal estado, con el beri beri y la disentería haciendo estragos, fue puesta a prueba la energía de los defensores, llegando al punto de estar todos enfermos y tener que cubrir las guardias en tan lamentable estado. De los hechos acaecidos, de los episodios que se sucedieron, del derroche de heroísmo, y cómo no, también de traición, seas tú, lector, el que se moleste en su conocimiento, por tu bien espiritual y moral. Aún se pueden conseguir viejas ediciones, aunque a precios altos, pero creo que ha habido recientes ediciones bastante más asequibles que harán la delicia de cualquier interesado en saber porqué fuimos lo que fuimos y ahora sólo somos lo que somos.

Termina la obra con las peripecias del resto del destacamento, tras el abandono de la iglesia de Baler una vez constatado de manera accidental que las Filipinas hacía diez meses que ya no eran españolas, en su camino hasta Manila y su posterior evacuación a España.

- Decreto del Presidente filipino en el momento de los hechos, Emilio Aguinaldo:

Habiéndose hecho acreedores a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del Ejército de esta República que bizarramente les ha combatido, a propuesta de mi Secretario de guerra y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo a disponer lo siguiente:

ARTICULO UNICO

Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán considerados prisioneros, sino, por el contrario, como amigos, y en su consecuencia se les proveerá por la Capitanía General de los pases necesarios para que puedan regresar a su país.

- Fragmento de un escrito de Fredericy Funston, Brigadier General del U. S. Army y, por consiguiente enemigo de España en aquellos momentos:

"...Deseo que cada uno de los oficiales y soldados de nuestro Ejército lea este libro. El que no se sienta animado a grandes hechos por este modesto y sencillo relato de heroísmo y devoción al deber, debe verdaderamente tener corazón de liebre."

Por último, es de justicia referir los nombres de aquellos hombres que por mor de su sacrificio nos demuestran lo insignificantes que somos en la actualidad:


SUPERVIVIENTES Y PROCEDENCIA:

Teniente Saturnino Martín Cerezo (Miajadas, Cáceres)

Dr. Rogelio Vigil de Quiñones (Marbella, Málaga)

Cabo Jesús García Quijano (Viduerna, Palencia)

Cabo José Olivares Conejero (Caudete, Albacete)

Corneta Santos González Roncal (Mallén, Zaragoza)

Ramón Mir Brils (Guissona, Lérida)

Pedro Vila Garganté ( Taltaull, Lérida)

Domingo Castro Camarena (Aldeavieja, Avila)

Bernardino Sánchez Caínzos (Guitiriz, Lugo)

Emilio Fabregat Fabregat ( Salsadella, Castellón)

Miguel Pérez Leal (Lebrija, Sevilla)

Eustaquio Gopar Hernández (Tuineje, Fuerteventura)

Marcos Mateo Conesa (Tronchón, Teruel)

Antonio Bouza Fullana (Petra, Mallorca)

José Hernández Arocha (La Laguna, Tenerife)

Marcelo Adrián Obregón (Villalmanzo, Burgos)

Manuel Menor Ortega (Sevilla)

Juan Chamizo Lucas (Valle de Abdalajís, Malaga)

Luis Cervantes Dato (Mula, Murcia)

Francisco Real Yuste (Cieza, Murcia)

Pedro Planas Basagañas ( San Juan de las Abadesas, Gerona)

Timoteo López Larios (Alcoroches, Guadalajara)

Ramón Ripollés Cardona ( Morella, Castellón)

Eufemio Sánchez Martínez (Puebla de Don Fadrique, Granada)

José Martínez Santos (Almeiras, La Coruña)

José Pineda Turán (San Feliú de Codina, Barcelona)

Felipe Castillo Castillo (Martos, Jaén)

José Jiménez Berro (Almonte, Huelva)

Miguel Méndez Expósito (Puebla de Azaba, Salamanca)

Ramón Boades Tormo (Carlet, Valencia)

Loreto Gallego García (Requena, Valencia)

Vicente Pedrosa Carballeda (Carballino, Orense)

Gregorio Catalán Valero (Osa de la Vega, Cuenca)

Además de los franciscanos López y Minaya.


CAIDOS:

Fr. Cándido Gómez Carreño por beri-beri

Francisco Rovira Mompó, por disentería

Teniente Juan Alonso Zayas por beri-beri

Cabo José Chaves Martín por beri-beri

Ramón Donat Pastor por beri-beri

José Lafarga por beri-beri

Ramón López Lozano por beri-beri

Juan Fuentes Damián por beri-beri

Baldomero Larrode Paracuellos por beri-beri

Manuel Navarro León por beri beri

Pedro Izquierdo y Arnáiz por beri-beri

Capitán Enrique Las Morenas y Fossi por beri-beri

Rafael Alonso Medero por beri-beri

José Sanz Meramendi por beri-beri

Salvador Santamaría Aparico por herida de fuego

Marcos José Petana por disentería


Como no puede ser de otro modo, a estos nombres hay que añadir los de Jaime Caldentey, Antonio Menache Sánchez, Vicente González Toca, estos últimos fusilados en el recinto, y el peor de todos, José Alcaide Bayona, desertor pasado al enemigo y soplón. Todo punto de heroísmo tiene su contrapunto y estos precursores de los Carod, Ibarreches y Zapateros tienen también su papel en esta historia.

En 1945 Antonio Román dirigió la película Los últimos de filipinas tomando como fuente la obra del ya General Martín Cerezo y siguiendo bastante fielmente el relato, añadiendo algunas licencias artísticas que añaden valor simbólico a la historia, como la presencia de la tagala Tala y su ya legendaria canción "Yo te diré" o aquella frase en boca del Capitán Las Morenas: "Sin permiso de Dios la muerte no mata".


No me extiendo más, pero la lectura de esta obra es obligada para cualquier español, e incluso para quien no lo sea.



lunes, 15 de junio de 2009

ZAPATERO PONE LUZ EN LAS TINIEBLAS


Ha tenido que ser nuestro entrañable Presidente del Gobierno quien pusiera las cosas en su sitio en asunto tan espinoso y que tanto está dando que hablar en los últimos tiempos. Si fue él quien comenzó a enredarlo todo a cuenta de una Ley con la que pretendía cambiar los hechos acaecidos en el pasado, además de servir para saquear las arcas públicas y engrasar con ese dinero distintos tinglados, todos ellos con el común denominador de situarse en eso que se llama izquierda y donde parasita buena parte de lo más miserable de nuestra otrora gran nación.

Todos conocemos la monserga del "gobierno legalmente constituído ante el que se produjo un golpe de estado militar y bla, bla, bla...". Los que no nos dejamos engañar y los que estudian la historia con rigor y desapasionamiento sabemos que no fue así; es más, nada más lejos.

Los ocho años más infames de la historia de España, donde entre otros miles de españoles de toda condición, fueron asesinados los fundadores del ideal nacional sindicalista, comenzaron con la defección del Borbón de turno tras unas elecciones MUNICIPALES en las que los candidatos monárquicos obtuvieron 22.150 concejales por 5.875 de los republicanos. En nombre de la Libertad y la Democracia el mismo Alcalá Zamora le hizo saber a Romanones, representante Real que el Rey no podía seguir en España ni un día más, y por arte de birli birloque 5.000 pasaron a ser más que 22.000.

Y las Logias, las mismas que encumbraron al mediocre leonés hasta el lugar que ocupa, tomaron prácticamente al copo las nuevas estructuras políticas que fueron fiel reflejo en lo que a legislación y métodos se refiere de estos usrpadores "discretos". Se abrió así un período de absoluta supresión de los más elementales derechos humanos y el aparato de represión y purga, al estilo soviético, más vergonzante que haya conocido Estado moderno alguno. A comienzos de la andadura republicana 17 ministros, 5 subsecretarios, 15 Directores Generales, 183 de 470 Diputados, 5 Embajadores, 9 Generales de División y 12 Generales de Brigada entre otros cargos, todos ellos masones, velaban para dar forma legal al ideario masónico promulgado desde las logias, sobre todo en lo que se refería a su lucha por erradicar la Iglesia de la vida española en todos los aspectos.

Ahora, Zapatero dice que no se marcha después de haber perdido las Elecciones Europeas porque, según él, la Presidencia del Gobierno se gana en la Carrera de San Jerónimo; y no le falta razón, pero si aplicamos el mismo criterio, cosa que se supone debe hacer una persona mesurada y con talante como es él, va a resultar que toda la farfolla que nos ha venido vendiendo durante años referido a la bondad y legalidad del régimen más abyecto que este país ha conocido tiene el mismo valor que su palabra, cero.

Gracias José Luis, también los socialistas, los masones y los que son ambas cosas pueden decir la verdad cuando se equivocan.