domingo, 27 de noviembre de 2011

LA JUSTICIA REPUBLICANA Y SU EXITO (2). VICTORIA KENT




Más allá de las edulcoradas apreciaciones que podemos encontrar en los medios bienpensantes, o sea, de augusta imparcialidad democrática de corte "progresista", vamos a relatar alguna de las hazañas de la señorita Kent como Directora de Prisiones durante la dictadura republicana.

"...en los establecimientos penales dominaba la más desaforada anarquía, bajo la férula inaguantable de una señorita desconocida, que ejercía, por misteriosas complacencias la Dirección General del Ramo.

La íntima amiga del raquítico Albornoz, Victoria Kent, que es la ciudadana en cuestión, más fea que un trueno y más seca que una encina, intentó llevar a Penales toda la cursilería de las "redenciones" revolucionarias y toda la amargura incontenida de su doncellez veterana. Anunció que iba a ser la "madre" de todos los reclusos, sin duda porque su larga y desconsoladora soltería no podía permitirle otra clase de maternidad. De mentalidad vulgar y ramplona, ignoro cómo pudo hacerse con un título de abogado, que sólo le sirve para retratarse en la prensa incondicional, tocada cont toga y birrete, para asombro de comadres y porteras.

Comenzó su gestión con tanto éxito, que los presos de la cárcel de Barcelona hicieron un plante, se amotinaron, rompieron todas las puertas de la prisión y estuvieron a punto de marcharse tranquilamente a la calle. La cárcel quedó tan inservible que el Gobierno tuvo que habilitar un barco para convertirlo en prisión.

Aún tenía que sufrir más vergonzosa humillación el Poder dictatorial republicano. Los comunistas y anarcosindicalistas, a cuyas filas pertenecían la mayoría de los presos amotinados, exigieron a los carpinteros barceloneses que no repararan las numerosas puertas destrozadas, para que la cárcel continuara inservible. Y el Gobierno tuvo que tragrase la imposición, enviando las puertas a Palma de Mallorca para intentar su reparación.

La ciudadana kent, para atraerse la voluntad de la población penal, aumentó con 0,35 el haber del preso. Pero como, por otro lado, sus benevolencias con los proveedores alejaban el mezquino beneficio, surgieron plantes y motines en todas las cárceles de España por la mala calidad del rancho, muchísimo peor y más escaso que antes del aumento.

En la cárcel de Madrid, donde he vivido siete meses y dos días, canallescamente recluído por la dictadura republicana, presencié protestas y plantes imponentes. Los pobres presos no podían ni oler la repugnante bazofia que les proposcionaba esta Concepción Arenal de caricatura.

Un día el director anunció la visita de la "Señorita Directora". Recomendó a los reclusos el mayor comedimiento y todas las consideraciiones debidas a tan campanuda visitante. Pero un grupo de presos de la primera galería, interpretando el sentir de toda la población penal, contestó brutalmente al director:

-Dígale a esa tía que no venga, porque si entra, la vamos a tirar todas las banquetas a la cabeza.

Y la seca directora, tan adorada por los reclusos, según afirmaba diariamente la prensa gubernamental, no se atrevió a asomar su cara por la puerta de la prisión. Irritada por este desaire, la señorita Kent maquinó, sin duda, alguna represalia. Porque a los pocos días, con motivo de otro plante, entraron en la cárcel los guardias de asalto y apalearon brutalmente a los infelices reclusos. ¡Esta era la tutela maternal que dispensaba a los presos la dictadura republicana!¡Y apaleaba a sus mismos aliados revolucionarios!"

Durante el régimen monárquico no se utilizaron nunca fuerzas represivas en las cárceles; se bastaba la persuasión marcada por la prudencia del cuerpo de funcionarios de prisiones, desamparados, desautorizados y oprimidos bajo los gobiernos republicanos. pasaron a ser meros ordenanzas sin autoridad incapacitados para cualquier labor reconducente con los presos para no
molestar a la "madre" de los presos.

Don Primitivo Requena, subdirector-administrador de la cárcel de Madrid pidió la separación del cargo tras ser insultado y agredido por los reclusos. La Comisión Gestora de la Asamblea del Cuerpo de Prisiones protestó en la prensa contra la Kent por alentar peticiones de los penados en detrimento del personal de prisiones, comadrear con ellos despreciando a los segundos con el resultado de amotinamientos y plantes generalizados así como el cierre de un alto número de prisiones siendo el resultado de todo ello el fracaso absoluto por el que desistió de entrar en las prisiones para pronunciar sus discursos entre los reclusos "reclamando el apoyo de los parricidas, de los asesinos, de los violadores y de los ladrones de toda laya y condición..."

"No puede darse un fracaso más rotundo de un gobierno y un funcionario. La estantigua laica que se atrevió con los Crucifijos de las cárceles, para suprimirlos, y con las humildes religiosas, para prescindir de sus abnegados servicios, no se ha atrevido con el Cuerpo de prisiones, que la ha arrollado, obligándola a dimitir, con aplauso de todos los españoles, a pesar del decidido apoyo de su íntimo amigo y ministro, Albornoz."


En breve, las glorias y laureles que la República consiguió para España en el extranjero a través de sus diplomáticos de prestigio. No se lo pierdan.

martes, 22 de noviembre de 2011

LA JUSTICIA REPUBLICANA Y SU EXITO (1)


Y si el fracaso en la Instrucción Pública fue estrepitoso, el cosechado en materia de Justicia fue de órdago a la grande. La II República, como en los demás campos, sólo alcanzó a colocar mediocres al frente de las Instituciones relacionadas con la aplicación de las leyes y las garantías jurídicas, todo ello dejando aparte la indecencia de la Justicia Popular comenzada la Guerra de Liberación.
Volvemos a cederle la palabra, como en apartados anteriores a un excepcional testigo de la época, que recibió en sus carnes los pagos de la peregrina institución justiciera republicana en forma de confinamientos y extrañamientos ilegales, hasta pagar con su vida mientras estaba preso y, por tanto, bajo la tutela de la citada institución.
Dice el Doctor Albiñana:
"El afán atropellador de la horda revolucionaria, perpetró su primer escándalo nombrando Fiscal del Tribunal Supremo al abogado ignorante y anónimo Angel Galarza Gago, antiguo ordenanza de la Juventud Liberal Monárquica, (era yo Presidente), profesional de última cuota en el Colegio de Madrid y sujeto de absoluta insolvencia.
Este individuo, completamente ayuno de materia jurídica, inauguró su inesperado cacicato judicial con el hecho más inaudito que registran los anales de la Magistratura. Acababa de actuar como abogado de José Serrán, procesado por ruidosa estafa de más de un millón de pesetas y en relación con cierto negocio de cerillas. El primer cuidado del nuevo "Fiscal General de la República" (¡!) fue aplicar una amnistía para poner en libertad y eximir de toda responsabilidad a su propio defendido. La cosa era tan gorda, que llenó de indignación al mundjurídico y a la opinión profana; pero olvidaban ambos que se acababa de establecer un régimen de estricta justicia y de elevada moralidad republicana. los comentarios eran tan punzantes como despectivos, recordándose las abundantes y fáciles posibilidades que el ex procesado Serrán podía poner a disposición de su liberador. Desde este momento y gracias a sus bien ganandos honorarios, el Galarza comenzó a vivir mucho más holgadamente que en aquellos tiempos monárquicos en los que desempeñó el importante cargo de encargado del botijo de la Juventud Liberal.
Tan brillante inauguración de la justicia republicana, tuvo constante continuidad con las disparatadas querellas vengativas que este sujeto, desde la Fiscalía, formulaba contra respetables personalidades del antiguo régimen, y que el Tribunal Supremo, velando por su propio decoro, se veía obligado a rechazar. para los viejos y dignos Magistrados, encanecidos en el austero ejercicio de la justicia, era un motivo legítimo de enojo verse mandados, impuestos y hasta vejados, por la repentina dictadura de este advenedizo indocumentado.
Un mes duró el cacicato insoportable del Galarza sobre la honorable grey de la judicatura, tiempo suficiente para que los rectos Tribunales españoles, participaran de aquel sentimiento de rubor que encendió el rostro de Don Quijote cuando padeció la cerdosa aventura...
La República ofreció el regalo de otro Fiscal en la persona grotesca de un Javier Elola, taimado Tenorillo de despacho y antiguo incondicional de Primo de Rivera, a quien, por sí y ante sí, fue a ofrecerle el homenaje de los jueces españoles al advenimiento de la gloriosa Dictadura militar."
Posesionado del cargo mandó una ridícula nota a la prensa alabando y declarándose continuador del sujeto del "botijo"y declarándose "amigo" de Galán y el otro "mártir", García hernández. Continúa Albiñana:
"Un Fiscal que sólo atiende a la "opinión sinceramente democrática"; que califica de "mártires" a dos grandes delincuentes, justamente castigados por el Código militar; que llama "mi llorado amigo" a quien no conoció nunca, sólo por atraerse el aplauso de la chusma callejera, y que anuncia a tambor batiente la promoción de una "importantísima querella", que resultó ser una "plancha" escandalosa, es el único que puede ostentar dignamente el título de "Fiscal General de la República" (¡!). En algo se ha de diferenciar del grave y austero Fiscal del Supremo.
Por cierto, que tan cómico personaje, sufrió una aventurilla electoral en Lugo, teniendo que esconderse precipitadamente debajo del escenario de un teatro, para liberarse del enojo de su pueblo, que quería molerlo a palos.
Otra aventura de sainete tuvo lugar en su uzgado de Chamberí. Conocidos son los trapicheos fáciles de este sujeto, que alterna la consulta del Alcubilla en el "Consultorio de los enamorados". Un día, despachando interinamente el digno juez municipal, señor Jiménez Laá, en funciones del de Instrucción, entró en el despacho una hetaira pintarrajeada que tenía en el Juzgado un asunto pendiente. La prostituta, conocedora por sus correligionarias de las aficiones del juez incorruptible, comenzó a hacerle zalemas y monerías, acabando por arrojarle los brazos al cuello, besuqueándolo con ardor:
-¡ Ven acá, retrechero, cachondo! ¿Quién te quiere a tí?
- Señora- replicó el señor Jiménez Laá, rechazando a la golfa-. Usted me ha confundido. Yo no soy el señor Elola, que es más guapo que yo. Soy el suplente."
Como decimos en otras ocasiones, parece que no ha pasado el tiempo.En breve la segunda parte, que no tiene desperdicio.

lunes, 14 de noviembre de 2011

III CENA DE CARLOMAGNO



El día 19 de noviembre la Hermandad Nacional de Banderas de Falange Española celebrará la que será III cena de Carlomagno, donde como es costumbre se reservará una silla al Ausente. Con anterioridad, esa misma tarde, la Hermandad ha organizado una visita al Museo de la División Azul, que. aunque no está aún montado del todo. ya expone piezas aún más interesantes que en su anterior etapa.



El día 20 se celebrará la tradicional Misa en el Valle cuya asistencia recomendamos, como del mismo modo, y a título personal, se recomienda la asistencia a los actos que se celebrarán el domingo siguiente en la Plaza de Oriente.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

MARCELINO DOMINGO. EL COLOSO DE LA INSTRUCCION PUBLICA


Uno de los estrepitosos fracasos republicanos, a pesar de ser considerado eje de la regeneración nacional, fue el departamento de Instrucción Pública. Marcelino Domingo, sujeto peculiar, tan pintoresco como inútil, ocupó el cargo en los gobiernos izquierdistas y frentepopulistas. Hoy son muchos los medios que le doran la píldora, hay incluso quien le dedica espacios en la red donde se le tunea el nombre como Marcel.lí. ¡Qué entrañable!
Como nos gusta ser meticulosos y veraces, para que sepan la verdad sobre el fulano que salió corriendo a Toulouse para morir poco antes de conocer la Liberación de España de sujetos como él mismo, permítanme ceder la palabra al eminente Doctor José María Albiñana, patriota que entregó su vida por su ideal en lugar de salir corrie desde el llamado Gobiernondo por la frontera más cercana:
"Comenzó la República por carecer en éste, como en los demás Ministerios, de hombres aptos y preparados para sus funciones. No teniendo otra cosa de qué valerse, echó mano de un maestrillo de escuela, vulgar y ramplón, que desarrolló su especialización pedagógica en mítines de taberna y artículos folicularios. Este genio ignorado de la enseñanza republicana es un tal Marcelino Domingo, tipo corriente del aventurero político, que con su aspecto de feto sietemesino, parece como hecho de encargo para simbolizar el hambre que la República ha traído a España.
No necesitaba tampoco ninguna preparación. La faena se la daban hecha desde la Rue Cadet, de París, donde el Gran Oriente de la Masonería francesa elaboraba los planes anticatólicos y judíos que sus lacayos de España habían de implantar servilmente desde el llamado Gobierno.
Todos los desechos de las reformas fracasadas en Francia desde 1879; toda la chatarra enmohecida de las logias, fueron facturados a España, a gran velocidad, como artículos de novedad. Y así, cuando Francia y las naciones cultas están ya "de vuelta" de sus estériles innovaciones antirreligiosas, Marcelino ordena quitar el Crucifijo de las escuelas, establece la escuela única, prohibe la libertad de enseñanza y hace retroceder a España a los siglos de la barbarie.
Pero, ¿qué le importa a este sujeto atropellar los sentimientos españoles, con tal de complacer a sus amos de París, que lo han hecho ministro?Su estómago, que nunca se vio harto de lentejas, de algún modo ha de demostrar su agradecimiento.
Inauguró su despotismo este tiranuelo de la enseñanza con un acto nauseabundo, revelador de la "democracia" de esta gente voraz. El Claustro del Instituto de San Isidro, de Madrid, en uso de las facultades que le otorga su reglamento, acordó la continuación de don Miguel Aguayo al frente de la dirección del establecimiento. Sólo un catedrático -¡uno sólo!- se opuso a este acuerdo. Treinta catedráticos votaron a favor. Pues bien; el intruso Marcelino destituyó al señor Aguayo y nombró director a un compinche desconocido. Atropelló a un Claustro docente, como su consocio de tiranía, Miguel Maura, suspendía cualquier Ayuntamiento rural. ¡Esta es la Democracia de la República! ¡Viva el sufragio electoral!.
Al acto de toma de posesión de este director, colado de matute, no asistió ninguno de los catedráticos. Y tanto el Marcelino, como su protegido, se tragaron esta espléndida manifestación de simpatía...
Otra de las provisiones del dómine Domingo, fue crear a toda prisa una cátedra en la Facultad de Medicina para regalársela, libre de gastos, sin oposición ni concurso, ni otra formalidad de garantía, a su compinche el doctor D. Gregorio Marañón. La creación de esta cátedra, llamada de Endocrinología, ni está justificada, ni añade una investigación a la carrera médica..."
"...Como en esto de la regeneración republicana todo es pamplina, farsa y "camouflage", el Marcelino amaneció un día diciendo que había creado ¡¡veintisiente mil escuelas!!
La gente se dio a reír comentando jocosamente la fantasía del temporero de Instrucción. pero éste, sin darse cuenta de las carcajadas que sonaban a su alrededor, añadió muy serio:
"-Sólo por esta mejora fundamental para la cultura española, está justificado el advenimiento de la República".
El público quedaba pasmado de tanto cinismo. Pero la prensa servil jaleaba estrepitosamente esta fanfarronada, sin reparar en que el tiempo se encargaría de poner en evidencia al pobre Marcelino.
Mientras tanto, "El Liberal" publicaba todos los días unas listas inmensas con este título engañador: "Relación de las nuevas escuelas creadas por la República".
Los lectores se miraban de reojo, preguntándose, justamente picados:-¿Pero hasta cuándo va a durar esta comedia?
La comedia, en efecto, duró poco, porque el propio Marcelino, cabalgando en su fantasía revolucionaria, no había caído en la cuenta de que, para regentar 27.000 escuelas necesitaba, entre otros elementos, 27.000 maestros. Y no los había.
Alarmado por este pequeño detalle, redujo sus pretensiones y anunció que las escuelas de nueva creación solamente serían 7.000. ¡Buena rebaja!..."
"...Para reclutar 7.000 maestros, no apeló a la selección por medio de oposiciones, ni otras garantías de ciencia verdad. Inventó un procedimiento para producir maestros "en serie", como los embutidos en Chicago. Y fue un cursillo de tres meses, durante los cuales podía escogerse en las Escuelas de Magisterio a los respectivos paniaguados, desechando a millares y millares de infelices, faltos de relaciones jabalícolas.
¡Tres meses para formar un maestro! ¡Ni con "enlace automático".
El pobre Marcelino Domingo confundía continente con contenido, en lo que el problema escolar se refiere, como señalaba el culto pedagogo don Santiago Lorenzo.
Continuaremos en el futuro con el personaje.