DEMOCRACIA PARLAMENTARIA:
“La democracia de sufragio
universal inorgánico canalizado por los partidos funcionará mejor o peor según
las circunstancias concretas; pero la
fundamentación teórica que pretende convertirla en un imperativo moral es
insostenible.
En ningún lugar una gran sociedad
se gobierna a sí misma; siempre la gobiernan unos pocos. Esos pocos ni siquiera
representan a los que les han elegido. La voluntad general no existe, y la
opinión pública es cambiante, sujeta a manipulación, y no puede ser
representada de manera estable. Además, la regla de la mayoría es una pura
arbitrariedad. Entonces ¿qué es realmente una democracia partitocrática? Es un
sistema de gobierno en que, de vez en cuando –generalmente cada cuatro años- se
permite que el electorado decida por mayoría relativa cuál de las distintas
oligarquías en pugna –casi siempre dos o tres- va a gobernar. Y dichas
oligarquías, que son las cúpulas
partidos, se forman por cooptación y tienden a ser cada vez más
cerradas…..Consecuentemente, lo de la soberanía popular y la fiel
representación de la voluntad general es simple retórica, incompatible con una
teoría racional del Estado”.
APRECIACIONES POLITICAS DE UN
TIEMPO Y UN PAIS
“Creo que aquél fue uno de los
mejores equipos que jamás ha tenido el ministerio, (de exteriores), gentes
capaces y leales, un equipo de señores”. (Compárese con la actualidad)
“….Así se llegó a la firma del
Tratado Preferencial con la CEE, el de 1970. Fue un acuerdo óptimo para España
que, sin concesiones, obtuvo extraordinarios beneficios a corto plazo,
superiores a los que, tres lustros más tarde, se derivarían de la plena
adhesión al Tratado de Roma. Tal éxito se logró gracias a la posición de
fortaleza económica y política que entonces ocupaba España, al acierto
negociador y a la total ausencia de premuras y presiones”
“De la nación que había
establecido una estrecha alianza con la primera potencia planetaria dirían
después los socialistas que estaba internacionalmente “aislada”. La vil inquina
y la falaz autopropaganda llevan a la negación de la evidencia”.
“Durante el mandato de López
Bravo no se cedió ni un ápice en Gibraltar. La entrega la iniciaría, después de
la muerte de Franco, un diplomático que, con docilidad rayana en el servilismo,
había sido secretario de Castiella, el ministro que debe pasar a la historia
como el inquebrantable capitán del último asedio de Gibraltar. La rendición la
consumó el marxista Fernando Morán…Hoy la devolución está más lejana que nunca
por la debilidad de España, por la intensa infiltración extranjera en todo el
tejido nacional, y por los neutralistas devaneos españoles que incitan a los
países occidentales a desear que el
Estrecho, incluso Ceuta, estén en manos “seguras” y a ellos los españoles
actuales no se lo parecen”.
“Ningún cristiano razonable puede
aprobar la demoledora política de Pablo VI en España, dominado por un
inexplicable rencor contra el Gobierno más católico del mundo”.
“los vengativos gobernantes
belgas, en nombre de la democracia, no dieron a los rexistas mejor trato que
los crueles legionarios de Escipión a los cartagineses y a los numantinos”.
“Definir la crisis de 1969 como
el triunfo de los tecnócratas sobre los falangistas sería inexacto y
desinformador. Desde mis primeras conversaciones con Franco y con
Carrero…llegué a la conclusión de que su objetivo principalísimo era reunir un
equipo de hombres eficaces y leales que, sin reserva alguna, apoyaran la instauración
de la monarquía de las Leyes Fundamentales en la persona de Don Juan Carlos de
Borbón. Esta es la clave de aquel gobierno y lo que le diferenciaba de los
anteriores donde había ministros no monárquicos
o contrarios a la línea del Conde de Barcelona o simplemente
regencialistas. Esta última fórmula permitía evitar la figura de un monarca sin
necesidad de modificar la normativa constitucional. El argumento que esgrimían
estos colaboradores de Franco era que tanto el Conde de Barcelona como su hijo,
fueran cuales fuesen sus declaraciones y aún juramentos, demolerían el Estado
del 18 de Julio para establecer una “república coronada”. Hay que reconocer que
acertaron en sus previsiones: la Constitución de 1978 es aún más republicana y
partitocrática que la de 1876, y menos presidencialista y unitaria que la de
1931….los que, después de la instauración, han afirmado que la dinastía se
había restaurado a sí misma en virtud de su propia legitimidad y contra la
voluntad de Franco se mueven en una tesitura no sólo de sonrojante adulación
sino sencillamente orwelliana”.
CARRERO
El almirante, motivado por su
catolicismo íntegro y profundo y por su vertebral sentido del honor, era hombre
de una moralidad ejemplar. Jamás me mintió, lo que en un gobernante raya con la
utopía. Nunca le sorprendí en la menor deslealtad respecto de nadie. Era
discreto; pero cuando se manifestaba, su sinceridad llegaba a ser de una
rotundidad cristalina. No desviaba sobre nadie ninguna de sus responsabilidades
propias. Era uno de los militares españoles técnicamente más capaces y uno de
los más cultos que he conocido. Diagnosticaba bastante bien a las gentes y
trataba de rodearse de los mejores. Carecía de poder comunicativo con las
masas; pero tenía con sus colaboradores el carisma del mando por el enorme
respeto que inspiraban su patriotismo, su laboriosidad, su excelente
información, su capacidad de escuchar y decidir, su austero desinterés personal
y, en suma, su altura ética….Tengo a Carrero Blanco por uno de los gobernantes
más ejemplares que ha tenido España”.
TORCUATO FERNANDEZ MIRANDA
“…De apariencia segura; pero a
veces sorprendente. Encarnaba la monarquización de la Falange. Leía y pensaba;
un intelectual demasiado tentado por el poder, y no supo dejarlo a tiempo. Al
final, erró gravemente y, como no tenía un pelo de tonto, se percató y acabó
doliéndose en el fondo del ánimo. Creo que su muerte fue más psíquica que
somática”.
CARDENAL TARANCON
“Funesto para la iglesia de
España y cuyo más grave defecto no era la deslealtad que tan reiteradamente
ponía de manifiesto”
JOSE UTRERA MOLINA
“Promovido a ministro del
Movimiento, es el gobernante más perpetuamente joven que he conocido. Estaba
firmemente inmerso en una etapa brillante de España, y le tocó asistir desde el
gobierno a una de las más oscuras, la de la muerte de Franco, y la carrera de
las deserciones. Nunca cambió de bandera. La política partitocrática no está
hecha para varones de su frontal decoro”.
“A la casi totalidad de mis
compañeros de gobierno difícilmente podría considerárselos “políticos” en una
partitocracia. No vivían de la cosa pública, no mentían sistemáticamente, no
compraban publicidad encubierta, no hacía demagogia, no reclutaban clientes, no
sobornaban ni cobraban comisiones ni negociaban con influencias. No habían
hecho de la política un medio de vida. Sus existencias eran mucho más anchas
que una cartera o un escaño. Manejaban más ideas que ideologías tópicas. Les
importaba resolver eficazmente problemas reales y no la politiquería. En suma,
eran “gobernantes”, una actividad nobilísima y, en estos finales del siglo XX,
cada día menos ejercida en España”.
“No sólo no reniego, sino que me
enorgullezco de haber participado en esa obra, y de haber pertenecido al
Gobierno que alcanzó la que hasta entonces era la más alta cota de bienestar
nacional, un nivel que, luego, tardaría más de una década en recuperarse”.
FERNANDEZ DE LA MORA, MINISTRO
(Tras haber participado en una
cena ofrecida por ABC tras su nombramiento en el que hizo un elogio de aquella
casa) “…Si cuando, de madrugada y muy cansado, regresaba a mi casa, alguien me
hubiera dicho que quince años después aquel periódico habría de sumarse a la
conspiración marxistizante del silencio contra mi obra intelectual, lo hubiera
tachado de loco. Por desgracia, la mía es sólo una anécdota reveladora de una
categoría general. Lo grave es que el periódico se ha ido sumando, cada año más
rencorosamente, a la campaña denigratoria del Estado que le devolvió la
libertad el 1 de abril de 1939 y al que había servido durante más de tres
décadas. Si aquel gran caballero que fue Juan Ignacio Luca de Tena, dos veces
embajador de España y procurador en Cortes designado por Franco, resucitase,
estallaría de rubor ante la progresiva pérdida de decoro moral en que ha ido
cayendo la institución que él mantuvo siempre dentro del código del honor”.
“Al dar posesión a un alto cargo
repetía unas palabras que, más de una vez, escuché a Franco:”He pedido su
colaboración para que, cuando así lo piense, me diga no, porque para escuchar siempre sí me bastaría el ordenanza”. Cuando escandalosamente se puso de
manifiesto la corrupción generalizada que suele conllevar las partitocracias,
se utilizó como desesperado “argumento” que siempre había existido corrupción
administrativa en nuestro país….He sido testigo de una honestidad ejemplar e
incluso de una austeridad habitual en la Administración durante la era de
Franco. No he tenido conocimiento personal de ningún caso de peculado o
cohecho, ni jamás se me propuso la comisión de tales delitos ni de faltas
análogas. Es una perversa calumnia tratar de disculpar a los notorios ladrones
de hogaño con la vieja maligna exculpación:”todos son iguales”. El Ministerio
de obras Públicas, que era el máximo departamento inversor, ofrecía más
posibilidades de corrupción que otros. Una comisión del uno por ciento
equivaldría a más de mil millones anuales. Mis antecesores cesaron en el ministerio
tan pobres como entraron, y habían dejado en aquella casa una tradición de
honradez sin tacha. Recuerdo, por ejemplo, el modesto piso de donde salió el
féretro con los restos del ex ministro Jorge Vigón. Lo primero que le
recomendaba a mis colaboradores era que administrasen los fondos públicos con
la más absoluta escrupulosidad. Y estoy seguro de que así lo hicieron. Ricardo
Gómez Acebo fue mi subsecretario y, como tal, firmó libremente por decenas de
miles de millones. Falleció en 1977 con sólo 63 años de edad, y dejó un
patrimonio tan módico que su viuda me confesó la imposibilidad de dar carrera a
sus hijos….No ya una comisión, ni un lápiz se llevaban los servidores del
Estado que he conocido en una dilatada vida de funcionario público…Luego, la
ruindad ucedista, corroborada por los socialistas, nos privó a una treintena de
españoles de la exigua indemnización de ex ministro que se venía abonando desde
principios del siglo XIX. Pero a los ex ministros del Gobierno estatal y de los
autonómicos de la II Restauración se les reconocen pingües compensaciones o
jubilaciones”.
“Fue un trabajo fértil, y además
honroso. El mayor honor de mi vida es haber colaborado con uno de los máximos y
más ejemplares gobernantes que ha tenido Hispania desde los tiempos en que era
provincia de Roma. Traté de ser fiel a mi idea del servicio público y a mi
concepción del Estado de obras. Ni me olvido ni me arrepiento”.