De todos es conocida la manida y recurrente cantinela de los catalufos, que no catalanes, a una supuesta persecución a muerte sufrida por su lengua regional a manos de la genocida dictadura franquista. En base a ella se están cometiendo auténticos desmanes contra los catalanes que usan la lengua de todos los españoles, desmanes que harían sonrojar a los más bananeros de los dictadores africanos o sudamericanos.
Que es falsa esta historia que han fabricado no sorprende habida cuenta que es la manera que tienen estos indeseables de hacer política para conseguir sus objetivos: mentir, inventar y coaccionar. Sí es cierto que durante el pasado régimen no se consintió el uso de las lenguas regionales para dividir a los españoles o para ser utilizadas como armas políticas, pero de ahí, a las majaderías de los Carod dista un trecho bastante amplio.
A veces son las cosas más sencillas las que nos muestran las verdades más grandes. Veamos el ejemplo de las imágenes:
La primera representa una postal del altar de la Basílica del Valle de los Caídos, donde podemos apreciar el lugar que hoy ocupa la tumba del General Franco y que, como se ve, no estaba contemplada en un principio.
La segunda, su reverso, es más jugosa; aquí vemos que una tal Carmen escribe desde Madrid a una conocida o pariente llamada Enriqueta que vive en Mayor de Gracia 93, Barcelona. La postal está fechada el 5 de marzo de 1960 y matasellada dos días después. Tiene de particular que entre el águila de San Juan del Patrimonio Nacional, antes de que fuese el jardín privado de esa señora tan incómoda de mirar que es Teresita, esta señora Carmen se expresa en perfecto, supongo, catalán; todo ello en una postal perfectamente legible por cualquier funcionario de Correos que tendría que haber salido corriendo hacia la Dirección Nacional de Seguridad para que la susodicha dama hubiera sido convenientemente rapada y purgada con ricino, máxime cuando tuvo los bemoles de pegar el sello del Caudillo al revés; heroína catalana.
Como vemos, a veces un simple mercadillo deja en evidencia a los grandes embusteros que llenan la panza a costa de la miseria del pueblo español.
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