domingo, 18 de septiembre de 2011

LA PRENSA ROJA


Ah! La prensa roja. Siempre ejemplar, siempre fidedigna, siempre mesurada, crisol de virtudes en definitiva.

Dejando aparte los actuales templos de la verdad como son El País o el panfletario Público, verdadero órgano de expresión equilibrado en defensa de la libertad y la democracia, son sus antepasados los que podemos considerar hoy una delicia para el disfrute de las mentes abiertas y preclaras.

Aquel Heraldo, aquel Claridad, aquel Ahora, aquel Política, Juventud, El Liberal, ABC, subtitulado a sí mismo como “Diario Republicano de Izquierdas” después de la incautación, para terminar en los serenísimos y muy comedidos El Socialista o Mundo Obrero provocan en el lector que tiene la fortuna de hacerse con alguno de sus ejemplares de época la hilaridad superadas, después de 75 años, las náuseas que sus contenidos podían provocar en sus contemporáneos no inoculados del virus comunista, masónico y antiespañol.

Aquella prensa que pretendía retratar la normalidad en el Madrid republicano cercado, que anunciaba las confiscaciones de víveres para alimentar una ciudad que padecía hambre; aquel Madrid en cuyos frentes se iban consiguiendo victorias, incluso en las retiradas mientras se iba caminando hacia la catastrófica derrota.

Prensa que retrataba la actuación de aquellos perversos tribunales populares mucho antes de que se crearan oficialmente por decreto de 7 de octubre del 36.
Prensa que recogía las hazañas de aquellos retaguardistas que amparados por las leyes democráticas se dedicaban impunemente al registro, la detención y el saqueo arbitrarios. Detenciones que acabaron muchas veces en asesinatos al pairo de la impunidad miliciana. Junto a las astracanadas de aquel enorme inútil para la guerra que fue el Coronel Mangada, cuya hoja de servicios apenas va más allá de la requisa en los pueblos de la Sierra y que ostenta el dudoso honor de ser quizá el militar rojo que más derrotas cosechó durante la Cruzada, podíamos leer también las laboriosas actuaciones del camarada García Atadell, el compañero Bravo de la brigada de investigación de Hospital-Inclusa, el diligente Federico manzano del grupo de investigación del Frente Popular de Funcionarios, la dirigida por el “señor” Méndez, la Escuadrilla del Amanecer, la brigada de investigación de la Federación de Juventudes Socialistas, la de la Agrupación Socialista, la brigada del Comisario Antonio Lino y tantos otros indeseables que tan bien reflejan el espíritu del socialismo “democrático”.

Orgullosamente la prensa relataba las actuaciones de estos facinerosos dando cuenta de la incautación de objetos tan peligrosos como banderas de la monarquía o documentos monárquicos en casas de quien había sido ministro de Alfonso XIII junto a arsenales de armas en casas cuyos dueños habían tenido la fortuna de escapar de la ratonera que era Madrid y por supuesto cualquier valor, ya fuese en forma de dinero, acciones, joyas o elementos artísticos. La prensa roja retrataba sin pudor la afición favorita de la España roja, defensora de la libertad y la democracia, el saqueo, el robo y el pillaje.

La prensa roja, que constantemente alentaba al populacho a tomar las armas y acudir al frente con más grandilocuencia que razones, con más demagogia que verdades, impulsaba a aquellos indisciplinados idiotas carentes de cualquier formación militar a acudir al sacrificio mientras ellos en la retaguardia se guardaban de exponerse y cantaban las hazañas de brutales asesinos. Como dijo Millán Astral: “...ahí mismo lo tenéis en la España roja. Vedlo. Comprobad cómo os mandan los rusos militares que ahora os tiranizan. Mirad cómo os mandan a la muerte. Mirad cómo os fusilan por la espalda, si vaciláis o retrocedéis en el combate. Pues yo os juro, anarquistas españoles, os juro por mi honor, ¡que nosotros no hemos hecho, ni lo haremos, fuego sobre nuestros propios soldados! Los nuestros van a la batalla. Vosotros vais a la muerte.”

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