lunes, 16 de enero de 2012

SE ACERCA EL FIN DE LA PAZ...





25 de junio de 1975, miércoles





Cinco soldados españoles -un teniente, un sargento y tres de tropa- han muerto inútilmente en el Sáhara. Realmente han sido asesinados, yo diría que "hassansinados", de la manera más vil, que es, como se sabe, la alauita. El monarca del hambre y la miseria, de la ostentación y la frivolidad, el Príncipe Danilo del Magreb, se sustenta difícilmente en su trono inventando complicaciones exteriores para solventar los irrefrenables problemas interiores que su concepto feudal de la existencia crea día a día. El asesino lleva una marca, Hassan, y un número de matrícula, II.



El Sáhara no es nuestro desde el mismo momento que aceptamos la descolonización de algo que era, creo, una provincia, e intentamos tutelar la voluntad de un pueblo que, al parecer, trata de ser independiente, pero que tampoco hace gran cosa por espantar la codicia, más o menos patente según los casos y la habilidad política de sus tres vecinos: Marruecos, Argelia y Mauritania. A España, aventuro por mi cuenta, le trae al fresco que el beneficiario eventual del Sáhara sea uno u otro, o el propio Sáhara, que tiene algún derecho a disponer de sí mismo, salvo la mejor opinión de sus voraces vecinos, o ninguno de los cuatro, que todo pudiera ocurrir.



En un tiempo en que occidente ha renunciado a su antigua vocación civilizadora, cuando la raza blanca ha dimitido de su superioridad evidente, a ritmo negroide, para dedicarse a la droga y la pornografía, cuando ni siquiera la Iglesia católica tiene fe en sí misma y en la verdad revelada, hasta el punto de que en aras de la moda democrática carece ya de razones para misionar, que es una forma de imperialismo como otra cualquiera, si bien espiritual, no entiendo que haya nadie que obligue a España a mantener una guardia sangrienta en unos arenales -con fosfatos- sobre los que se asienta una población no muy decidida a defender su propia personalidad.



Lo mejor sería, como muy sensatamente se ha pensado, e incluso se ha avisado en esa especie de juzgado municipal de sainete que es el Comité de Descolonización de la ONU, tan atento a todo excepto a hacer cumplir las resoluciones sobre Gibraltar, acelerar el proceso y ceder los trastos a quien corresponda. Nunca me fueron simpáticas las toninadas de Don Quijote, que hizo guerras civiles por La Mancha en lugar de irse a desfogar sus ansias de gloria a Flandes o a las Indias, pero lamentaría profundamente que un anacrónico quijotismo nos llevara a desangrarnos por el Sáhara, por los fosfatos o por quedar bien con la ONU.



Mucha pena y poca gloria nos espera en esa parcela africana si no nos decidimos a cortar amarras. ¿A quién le corresponde el Sáhara? Que lo decidan ellos, con guerra o sin guerra. Ojalá no llegue la sangre al río, pero por el momento la única sangre que corre es la de nuestros soldados. Aplicar argumentos ante la avidez del asesino alauita es tanto como ponerse a parlamentar con el comunismo o como darle unos cursillos de cristiandad al general Dayan. ¿Misión civilizadora? ¡Que civilicen ellos! Por otra parte, ¿quién tiene derecho a civilizar a nadie desde el momento en que todos somos iguales ante la ONU, lo mismo los que se comen once aviadores italianos que los que procuran mejorar la alimentación de la India, tan ocupada en fabricar la bomba atómica que no se entera ni de las castas, ni del hambre, ni de que las vacas sagradas, delgadas y todo, pudieran dar cierta sustancia al caldo de los parias?



De escuchar a Hassan II, o a los polisarios, o a su padre, todo cuanto hemos hecho ha sido equivocado, dictatorial y malo. Bueno, pues vamos a valorar todo lo que no había en el Sáhara cuando España -antes de que descubriese los fosfatos- se puso al trabajo en aquellos arenales. Así se lo dejaremos, a cualquiera que lo coja, en su más pura y original versión. No contaminemos ni con la sombra de una ciudad, ni con el maleficio de una escuela, ni con la provocación de unas instalaciones industriales la virginal madurez de los desiertos.



No más "hassansinatos". O, al menos, no más "hassansinatos" sin represalia inmediata, dura y fulminante. La rapidez es una virtud que demuestra elegancia y seguridad.




10 de agosto de 1975, domingo




Ignoro si hay Federación Nacional de Mus o no la hay. pero si la hubiera he aquí un caso de intervención federativa a banderas desplegadas. Parece ser que un hotel de Torremolinos organiza, en la Costa del Sol, madre del ecumenismo musístico cuyo Vaticano, con perdón, es el Alay de Benalmádena, un campeonato, y para ayudar a fijarlo, limpiarlo y darle esplendor, quiere invitar-ha invitado- al corredor máximo del sistema Secam de televisión, el conocido agente de comercio francés señor Giscard, que en sus ratos libres ejerce también la más alta magistratura francesa. Vivimos, pues, en el mundo del disparate. Por ejemplo, Camino, es la obra más conocida, literariamente, del Padre Escrivá. El único camino es la obra más conocida, literariamente, de doña Dolores Ibárruri, alias La Pasionaria. ¿Cuál de los dos caminos es el que sigue el hermano cinco estrellas Calvo Serer, don Rafael, principal aliado de don Santiago Carrillo? Es curioso anotar el escrúpulo con que la Obra de Dios acudió siempre al quite político en el caso de sus miembros participantes en el Gobierno de España, sobre todo si se considera que todavía no ha habido ningún mentís en torno a la actitud del atornasolado profesor, ni para especificar que figura junto al asesino de Paracuellos a título particular, como los señores Ullastres y Rodó, y otros en los Gabinetes del Caudillo, ni para decir que semejante purrela ha sido expulsada del Opus, ni, en realidad, para nada; ni siquiera para explicar sus gastos. El misterio Carrillo-Serer-Opus es algo que preocupa a unos cuantos españoles, no demasiados, que sin ser del Opus desearían una cierta clarificación del tema. Por razones, principalmente, de higiene. Los dados de la historia no son para arrojados ni por el Opus ni por el señor Calvo Serer, cuyas pezuñas jamás se mojarán ni en el Rubicón ni en el Manzanares.



Menos mal que entre tanta incoherencia se encuentra uno con algo lógico: la ETA ha reivindicado para su palmarés el asesinato de otro español, Demetrio Lesmes, guarda jurado. Naturalmente el nuevo caído -para el cual no creo que haya especiales desvelos de la Iglesia española- es también maketo.




20 de agosto de 1975, miércoles




Tengo entendido que Frente Español fue fundado, entre otras nobles razones, porque no había manera de refundar Falange Española desde un punto de vista legal; pero a mi modo de ver, profundamente discutible y hasta diría que lamentablemente injusto. Ahora me entero de que el Frente Español deberá cambiar su nombre en el plazo de quince días a fin de que no resulte de él la sigla F.E., que pudiera confundirse, claro está, con Falange Española.



Espero que para muy pronto, por las mismas razones, nadie pueda llamarse Federico Estévez, o Félix Errázquin, o Fernando Estella, o Francisco Esteso, etcétera. Un Calixto Taboada, que dirigiese una circular a su clientela con sus iniciales, podría ser peligrosamente confundido con la Comunión Tradicionalista, así que duro con los Calixtos Taboadas o Celsos Tapia, o Casianos Terrón, y similares. Queda claro que el delito de haber contribuído a ganar la guerra debe pagarse, cosa que regocijará mucho a la oposición y, más que a nadie, a los moderados, tradicionales vencedores definitivos de todas las contiendas civiles españolas, y razón fundamental de que se repitan. Acaso sea éste el destino que persigue a los iniciadores de una revolución. Se dice que las viejas guardias siempre están condenadas a la desaparición en cuanto la victoria se consolida. A la vieja guardia bolchevique se la cepilló Stalin sin compasión, pero al menos queda intacta la estructura del Partido Comunista y su ideología.



Aquí, ya se ve, ni las siglas nos dejan.





1 comentario:

  1. Bien cañero el primer texto, joer,...igualito que el bien pensante de su intereconómico hijo...

    Saludos desde Asturias

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