lunes, 25 de marzo de 2013

EN UNA ESPAÑA CAMBIANTE


El autor, junto a Raimundo Fernández Cuesta en Puertochico, Santander. Detrás, el edificio de columnas recién construido donde se instaló el Ministerio de Organización y Acción Sindical. Posteriormente alojó la Diputación Provincial de Santander y el Museo de Prehistoria. Desde él se proclamó la autonomía de Cantabria. Fue derribado en cuestión de horas recientemente para ubicar un bodrio de Moneo que con la llegada de la crisis se ha quedado en solar para parking de funcionarios. Socialistas, regionalistas y populares y su peculiar sentido de protección del Patrimonio. 

 Hace escasamente tres semanas recibí de Pedro González-Bueno Benítez un ejemplar dedicado del libro En una España cambiante  publicado en 2006 y que recoge las vivencias en primera persona de su padre, D. Pedro González-Bueno y Bocos, que fuera primer Ministro de Organización y Acción Sindical de la España de Franco.  Hace un tiempo, en este mismo espacio, me acerqué a la figura de quien fuera el primer Ministro de Obras Públicas, Alfonso Peña Boeuf, que cultivó durante toda su vida una gran amistad con González-Bueno. Peña también relató en un libro sus vivencias personales, políticas y profesionales y algo parecido es lo que encontramos en estas memorias recogidas por su hijo y ensambladas por Ricardo Pardo Zancada. Como en aquel, la sucesión de experiencias vivenciales y políticas es apasionante, desde su niñez y primeros escarceos profesionales como ingeniero relacionados con empresas de electricidad y telecomunicaciones, pasando por la amistad que trabó con Calvo Sotelo. Consiguió evadirse de zona roja al principio del Alzamiento y se puso a las órdenes de Mola. No fue Camisa Vieja pero sí gran admirador del pensamiento joseantoniano, contaba con el aprecio de La Cierva y de Serrano por su valía lo que supuso que, tras el Decreto de Unificación, Franco le nombrase para la Junta Técnica donde fue el encargado de redactar los Estatutos de FET y de las JONS. Enorme esfuerzo le supuso darle forma y vida al Servicio Nacional del Trigo que acabó con el problema de dicho cereal, asegurando por una parte un precio mínimo a los productores para ponerles a salvo de la especulación y por otro, para dotar al país de enormes silos donde almacenar el cereal para las épocas de escasez.
Franco, conocedor de la valía de su colaborador le nombró Ministro de Organización y Acción Sindical en su primer gobierno que ponía fin a la etapa provisional de la Junta Técnica. Dicho Ministerio fue montado en Santander, concretamente en el edificio que albergaría la Diputación Provincial de Santander y desde donde se declararía la autonomía regional que ahora “disfrutamos” y recientemente derribado para que los funcionarios regionales puedan aparcar sus coches. Desde Santander, D. Pedro acudía a los Consejos de Ministros junto a Peña, lo que serviría para fortalecer más la amistad que les unía y les uniría hasta el fallecimiento de éste y, desde Santander, acometió los principales ejes de su acción ministerial donde cabe destacar la promulgación del Fuero del Trabajo, verdadera piedra angular de la creación del estado del bienestar aún en plena guerra, la creación de las Magistraturas del Trabajo, la Reforma del Instituto Nacional de Previsión, las acciones en pro de la protección de la familia y la propuesta de la Ley de Bases de la Organización Nacional Sindicalista que, llevada a Consejo Nacional no contó, sorprendentemente,  con el apoyo suficiente lo que a la postre llevaría a Franco a relevarle en el Ministerio.
González-Bueno retomó su vida profesional mientras era nombrado miembro del Consejo de Obras Públicas, Procurador en Cortes y Consejero de Estado.
Sería también consejero en RENFE donde volvió a coincidir con su amigo Peña Boeuf  y aprovechando su puesto en Cortes presenta una proposición de Ley de Ayuda a RENFE para llevar a cabo el Proyecto de Electrificación que había preparado.
A su vez fue el responsable de las negociaciones para la instalación de la marca automovilística Citroën en España en un momento en que la competencia con SEAT no era bien vista desde las altas instancias. El empuje y la perseverancia de nuestro hombre dieron finalmente los frutos deseados y, a instancias del Caudillo, se creó una zona franca en Vigo donde la empresa se pudo instalar y comenzar a producir mientras a su sombra se creaban otras industrias auxiliares, lo que supuso el frenazo a la sangría migratoria que padecía la región gallega.
González-Bueno participó en la creación de TETRACERO, CASER y la promotora AGIGANSA que abrió camino en Tenerife al desarrollo urbanístico de una tierra llamada a convertirse en la bandera del turismo hispano.
Hablamos, pues, de un hombre de iniciativa, lo que hoy se llama emprendedor, pero sin olvidarse de los principios que deben regir la relación entre el capital y el trabajo, el desarrollo y la tradición, que no son otros que la justicia social y la doctrina social de la Iglesia. Eso es lo que hoy se echa en falta en las relaciones sociales y laborales y eso es lo que aquel ministro que comenzó su labor en Santander hace 75 años no olvidó nunca.
Mención aparte merecen los contactos que D. Pedro mantuvo con el Caudillo, que siempre le recibió en audiencia dejándole claro el aprecio que sentí por él y el valor que daba a sus opiniones. El retrato que González-Bueno hace de Franco es de los más reveladores de la personalidad del Generalísimo como hombre que sabía escuchar antes de decidir, que respetaba las competencias de sus colaboradores y que hacía del servicio a España el norte de su vida.
González-Bueno vivió con desazón el proceso de ruptura disfrazado de reforma que se materializó en España tras la muerte de Franco y llevado a cabo desde dentro del propio régimen. Es desde ese mismo momento cuando en España se abrieron paso los hombres grises y tuvieron que retirarse los hombres de principios, donde comenzó la putrefacta Transición que ha desembocado en la ruina actual y donde los González-Bueno, los Peña Boeuf y tantos otros no tienen ya cabida.
Por todo ello y a pesar de no ser un libro de reciente edición es fácilmente localizable y altamente recomendable su lectura para comprender el devenir de esta España cambiante.


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