jueves, 8 de mayo de 2014

SUAREZ: CAMBIO DE BANDERA, DE BANDA Y DE MUSICA


Con algo de tiempo por medio y después de miles de palabras vertidas como alabanza o repulsa hacia su persona y dimensión histórica rubricada con su inhumación en espacio catedralicio, algo que a Felipe González le dará esperanzas de que cuando llegue su hora no le faltará una esquina en la Catedral de Sevilla o La Almudena de Madrid, es hora de ser justos, claros y objetivos. Para ello nada mejor que la opinión autorizada y cabal de un hombre que lo conoció desde sus comienzos políticos. José Utrera Molina que estaba en primera línea cuando los acontecimientos que se precipitaron tras el asesinato del Presidente del Gobierno, D. Luis Carrero Blanco, abocaban al Movimiento a tomar una dirección que no era la que algunos de los protagonistas del momento esperaban en cuanto a evolución, modernización y apertura del Régimen sin variar sus principios fundamentales.
Utrera Molina, leal entonces, después y aún hoy al Régimen del 18 de julio y su artífice, ya observó desde el minuto siguiente que los acontecimientos apuntaban más a una dinamitación del Movimiento y no a su adecuación a los tiempos; el mismo nombramiento de Arias como Presidente del Gobierno en lugar del relevo natural que hubiera sido Torcuato no presagiaba nada bueno. Utrera, que desde sus tiempos del Frente de Juventudes fue llamado a ocupar diversas responsabilidades, Gobiernos Civiles en varias provincias, Subsecretaría en el Ministerio de Trabajo y representante de España ante la OIT y Ministerio de la Vivienda, fue llamado a ocupar nada menos que el Ministerio de la Secretaría General del Movimiento en aquel gobierno de Arias que le prometió ayuda y apoyo para llevar el Movimiento a la última calle, a la última plaza de España de manera que fuese el pueblo el que le insuflase nueva vida, sangre nueva. Pronto se dio cuenta que de apoyo nada y de lealtad menos. El 16 de enero de 1974 toma posesión del nuevo cargo en un acto multitudinario en el que no faltaron los tres ministros que le habían precedido en el cargo, José Luis Arrese, Raimundo Fernámdez Cuesta y José Solís así como otros pilares históricos del Movimiento como Girón de Velasco, Manuel Valdés Larrañaga, el Teniente General Iniesta Cano o Herrero Tejedor, que según Utrera era el llamado para sustituirle en el momento oportuno.
En 1989 Utrera molina escribe sus memorias bajo el título de "Sin cambiar de bandera" y señala en ellas el recuerdo de dos personajes que asistieron al acto, el primero José Meliá Pericás, reconvertido dos años después tunning mediante en Josep Melià i Pericàs, obsérvese que hasta la tilde cambió de rumbo, que acabaría en la UCD, el CDS y por último creó un pequeño partido que acabó integrándose en en ese antro de latrocinio que es Unión Mallorquina. Pues bien, este sujeto que durante la transición ostentó diversos cargos y que ya ha rendido cuentas al Creador, no dudó en echarse en los brazos del recién nombrado Ministro diciéndole textualmente: "En la bandera que tú has alzado, cabemos todos. Estoy contigo". Después buscó perrunamente el apoyo de la Secretaría General para ser elegido Procurador en Cortes por Baleares cosa que consiguió para menos de dos años después cruzar el Rubicón y como el Judas que fue convertirse en uno de los más tenaces y crueles advesarios de los Principios y valores del Movimiento, como señala Utrera.
Hubo otro asistente al acto, D. Adolfo Suárez González. Que sea el propio Utrera Molina el que nos ilustre allá por 1989.
"Entre los que se hayaron presentes en aquel acto, recuerdo también singularmente a Adolfo Suárez que hasta entonces sólo había destacado por su superficialidad y sentido de la colocación, que me abrazó aparentemente conmovido. Pasado no mucho tiempo, quien así se comportaba en aquel instante trataría de hacer tabla rasa de todo lo que en aquellos momentos aparentaba servir, escudado ya con el más brillante de los fervores hipócritas.
Por otra parte, tampoco podían constituir en él un obstáculo sus convicciones porque eran muy elementales, y por ello, cambiantes. Adolfo Suárez, que pasado el tiempo llegaría a ser presidente del Gobierno para la definitiva demolición del Régimen del 18 de julio, aunque entonces aseguraba rotundamente su fidelidad más completa, respondía ya al arcaico modelo del político lleno de ambición personal que no se deja dominar por los escrúpulos. Le preocupaba tan solo alcanzar su meta de poder; los medios le resultaban indiferentes".
No se puede definir mejor en menos espacio; incluso ese debió ser el epitafio sobre su tumba, bajo techo catedralicio, a pesar de haber traído el divorcio, las drogas, la pornografía y, en definitiva, la ruina moral a España.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado tu articulo, estoy totalmente de acuerdo. ¿Tan poca memoria tiene la gente?
    Se ve claramente como este señor, q e p d. olvidó o quiso olvidar sus principios para llegar al poder.
    Claro que, a muchos les gustó que legalizara el PC.
    Un abrazo

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  2. Memoria poca, María de los Angeles y formación menos; comodidad toda pero es mejor ser pastoreado sin molestar al perro guardián y al pastor. Nunca la verdad valió tan poco, nunca fue tan insultada y despreciada pero no deja de ser, perdóname, la puta verdad y eso la hace eterna. Gracias y un beso.

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  3. Esto es memoria historica de la de verdad.

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