Tras cruzar la amplia llanura totalmente desprotegida y tras contar con el apoyo de la artillería que desde Soncillo castigó las posiciones, los legionarios italianos se aprestan a tomar la llave de la caída de Santander. El tributo en sangre fue enorme demostrando los italianos que, con preparación, ardor y mandos competentes eran tan buenos soldados como los mejores.
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