Joaquín Tamborero Cebrián es el nombre de uno de aquellos españoles cuya vida decente al servicio de su Patria y de su Dios mereció la persecución y el sacrificio por parte de los que careciendo de una cosa y de la otra se postulaban como defensores de la "legalidad" y el "progreso".
Tamborero fue uno de los cientos de patriotas que rindieron su vida en los fosos de Santa Elena en el castillo de Montjuich, su pecado, haber formado parte de aquella Falange Española que clandestianamente funcionaba en la Cataluña Roja. A los simulacros de juicio se unían las estancias en las terribles checas barcelonesas, en el buque Uruguay o en las celdas del propio castillo de Montjuich, hasta que en la fatídica fecha del 11 de agosto de 1938 rindió su vida junto a otros 62 patriotas más; mañana lluviosa de verano.
Cientos de patriotas fueron ejecutados en ese mismo lugar desde que Goded y Fernández Burriel lo fueran dos años antes.
En dicho lugar se levantó tras la Liberación un primer monumento en honor a los allí Caídos por Dios y por España, sobrio, sencillo, que fue sustituido por otro inaugurado el 1 de diciembre de 1940, talibanizado en 2008 de acuerdo con la ley de Mentira Histórica aprobada por la morralla socialista e independentista que erradicó yugos y flechas, aspas, escudo y leyendas, cambiando el Caídos por Dios y por España ¡Presentes! por un aséptico Honor a todos los que dieron su vida por España, como si en el bando rojo hubiera habido alguno.
En el castillo de Montjuich fue ejecutado Luis Companys, por su responsabilidad directa y absoluta como Presidente de la Generalidad catalana, tras ser entregado por la policía alemana a las autoridades españolas después de ser capturado en Francia, donde huyó cobardemente para eludir sus responsabilidades, algo habitual en las autoridades rojas.
Las circustancias del martirio de Joaquín Tamborero Cebrián fueron recogidos en un libro por su padre, junto a sus reflexiones y memoria. El libro se titula Ruta hacia el cielo y fue editado en 1960, suponiendo una serena lectura digna de no caer en el olvido; el autor también se llama Joaquín Tamborero...
No puedo finalizar sin citar la observación que se hace al lector al inicio de la obra:
Carísimo lector: No pres-
tes estelibro; no prestes ningún libro;
guárdalos cual joya de inestimable
valor; si así lo haces, ganarás mu-
cho y no perderás nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario