miércoles, 5 de octubre de 2011

DIEGO MARTINEZ BARRIO: EL GENIO DE LA REPUBLICA


El gran Diego Martínez Barrio, el ministro de casi todo, el presidente de casi todo, el pobre de solemnidad, como vende en sus memorias, con biografías tan bondadosas y edulcoradas como la recogida en la Wikipedia, donde su responsabilidad por acción y colaboración en los distintos gobiernos republicanos, rematado en el criminal gobierno frentepopulista, brilla por su ausencia.
Pero si Don Diego se caracterizó por algo, que a la postre es la clave de toda su actuación contra España y los españoles, fue por haber alcanzado el grado de Gran Maestro del Gran Oriente Español, o sea, masón masonazo; a partir de aquí todo encaja, todo adquiere sentido.
Pero dejando de lado las andanzas de tan siniestro sujeto veamos cómo la irónica prensa falangista retrataba al fulano en 1934:
"¡Martínez Barrio está subiendo!, dicen los parlamentarios en el Congreso, en sus tertulias que frecuentan en el seno de sus respectivas familias.
Pues señor, nadie se había enterado, ni nadie sabe exactamente, por qué esto se está produciendo.
Parece que el señor Martínez Barrio ha pronunciado dos grandes discursos en el Parlamento. ¿Qué ha dicho? pues esto: que había previsto la última intentona del anarco-sindicalista; que hubo más de cien muertos, entre autoridades y revoltosos y que la represión fue muy tibia, muy razonable, con un perfecto conocimiento de lo que es la medida. ¿Es poca cosa dirán ustedes? Bien; Martínez Barrio está subiendo y ya tenemos la segunda revelación de la República. La primera revelación fue, como todo el mundo sabe, el señor Azaña, el de Casas Viejas. No podemos vivir sin una revelación anual, al menos.
Y, esto en las revelaciones sucede por una razón muy sencilla. Ahora, cuando el público ve que sale un político y anda como suelen andar las personas, habla como suelen hablar los hombres, come sopa con la cuchara y es, en una palabra, un hombre como los demás. La gente dice:
-¿Han visto ustedes qué revelación? ¡Es enorme lo que estamos viendo! ¡Qué político! ¡Qué inteligencia, cómo se está haciendo!
-la revelación última, pues sabe incluso dar una conferencia. (Como no ignoran ustedes, en España no se han dado nunca conferencias). Y bien: el señor Martínez Barrio ha dado una conferencia magnífica, que ha sido aplaudidísima.
- ¿Qué ha dicho?
- Pues cosas de este calibre: ¡que la República no ha de destruir, sino de construir! ¡Qué profundidad! ¡Qué buen sentido! ¡pues qué creían ustedes de la agudeza política del señor Barrio? ha dicho, además, que hay que restablecer la confianza, que no pueden hacerse las cosas sin ton ni son y que los partidos han de definirse...Todo esto, como ve el lector, es de una novedad deslumbrante y se ha necesitado la venida al mundo de Don Diego para que se descubriera y pusiera de manifiesto. Algunos elementos que asistían a la conferencia no pudieron contenerse. ¡Qué grande eres, Diego!, dijeron.
Pues así está todo. ¿nos hemos de sorprender? Cuando los creadores de un sistema han tenido que echar mano durante dos años de un hombre como Marcelino Domingo y han llegado a hacer creer al pueblo que era un gran hombre, está, nos parece, todo dicho. Luego nos encontramos que la revelación era Azaña, por aquello de que somos heredo-históricos, que es algo tan funesto como ser heredo-sifilíticos. Y ahora, la revelación se llama don Diego Martínez Barrio, que ha demostrado saber, y así lo ha dicho, que en España hay el poder moderador, el poder legislativo y el poder ejecutivo, y además que la República no ha de destruir sino de construir...
la sensibilidad política ha descendido tanto, está tan abotargado el pueblo español, que un buen día saldrá alguien con algún enorme lugar común bajo el brazo y nos parecerá un genio. Aquel día descubriremos la pólvora sin saberlo y al inventor lo propondremos para la academia de ciencias."

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