La prensa en general y los periodistas en particular se han auto
envuelto siempre en una sábana de pureza casi virginal. Paladines de la verdad,
trovadores de la realidad, portadores de la razón; la realidad difiere y
siempre ha diferido mucho de estas martingalas. La prensa es una empresa que
busca beneficios y sirve a un patrón y sus empleados cuentan y escriben lo que
se requiere de ellos, como se requiere de ellos. Y si ello se parece a la
verdad suele ser mero accidente. Si esto es así en las cosas más banales no puede
ser menos en aquellas cosas importantes en los que la prensa es el mejor medio
de engaño o ataque según el caso. Por supuesto siempre hay casos, pocos, que
deben ser reconocidos pero que no suelen tener el alcance ni los medios para
hacerse llegar al gran público por razones evidentes.
Y dicho esto, vamos a un ejemplo práctico. En la Guerra Civil
española la prensa tuvo su importancia en uno y otro bando. Podemos destacar
algún que otro periodista extranjero que vino a hacer el caldo gordo a los
mandados de Stalin y propaló por los cinco continentes absurdas fantasías como
aquellas de los milicianos haciendo de “Vitorinos” en la Plaza de Toros de
Badajoz ante la Curia y las señoras de mantilla, o los “miles” de muertos en
Guernica. Esas falsedades no sólo sirvieron para ofrecer una imagen incierta de la
campaña nacional, también para ayudar a disipar entre la niebla la gran
repercusión internacional de las criminales sacas de las prisiones madrileñas
que avergonzaban al mundo.Pero no hacía falta ir al extranjero para encontrar a estas
prostitutas de la pluma; aquí sobraban para regalar. No tomaremos como ejemplo
los panfletos del PSOE, PCE, CNT o POUM. Obviamente son al periodismo lo que
Zapatero a la política. Nos detendremos en la prensa “seria”, la que apoyaba al
régimen republicano como tal, el ABC requisado a sus legítimos dueños y puesto
al servicio del crimen como “Diario republicano de izquierdas”; el ABC del
Madrid rojo.
Es difícil encontrar tanta infamia, tanta miseria, tanta
falsedad y tanta ruindad impresa en tan poco espacio. Y no es lo malo el hecho de
que propagara sus mentiras, el ser diario republicano de izquierdas lo
justifica sobradamente, lo malo es el dolor que esas falsedades pudieron
producir, la sangre que gratuitamente pudo haberse vertido, el terror
desenfrenado producido por noticias de victorias que no se daban en ningún
frente y que garantizaban una impunidad ante el asesinato sórdido que bien pudo
ser evitado en gran medida por el temor a la represalia. Todo, para mantener
alta la moral de unos salvajes que estaban irremediablemente condenados a la
derrota y, como es lógico a la justicia y a la represión.
Puede seguirse el curso de la campaña por la prensa y
comprobaremos que la República fue de victoria en victoria hasta la derrota
total; incluso las desbandadas sin orden ni concierto eran retiradas para
contener mejor al enemigo y poder contraatacarlo con todas las de ganar.
Hoy, y por cuestiones de espacio, en la siguiente o
siguientes entradas ojearemos la prensa roja del 28 de julio de 1936, diez días
después de iniciarse el Movimiento Salvador de España.
Comienza el ABC destacando el desmoronamiento de los
facciosos en todos los frentes, destaca la huida en los frentes de la sierra
madrileña, sobre todo en el Guadarrama, de los enemigos del pueblo perseguidos
por los paladines de la libertad en forma de milicianos. Asegura la próxima
reconquista de Córdoba, Burgos, Zaragoza, Valladolid y Sevilla. Pregona la
huída de Mola hacia el norte, el desesperado intento de Queipo de huir hacia Portugal
o que Cabanellas está desfigurándose para así poder huir de las columnas
catalanas que, aseguran, van a liberar la capital maña. Aseguran también que
los aviones republicanos cubren de bombas Ceuta y Melilla; y pensar que eso de
bombardear ciudades era cosa de criminales fascistas… El editorial dice que, una
vez conseguido el triunfo, “…no puede ya ser la República, como antes,
candorosa, blanda, olvidadiza, transigente. Ahora ha de cortar por lo sano.
Ahora ha de precaverse, para siempre, para siempre, contra toda suerte de
enemigos. Ahora ha de ser ¡al fin! La República para los republicanos. Ahora
tiene que aplicar la ley, sin sevicias, pero sin blanduras peligrosas. Para esto
habrán de requerirse tesón y energía indomables. Y será preciso que todos,
absolutamente todos, se convenzan de que ahí radica la tranquilidad del Régimen
que el pueblo ha reconquistado a costa de sacrificios inmensos. Hay que llevar
el bisturí al fondo de la gangrena”. Por supuesto, la República candorosa es la
de la quema de iglesias y conventos, la del asesinato impune, la de Casas
Viejas y la del asesinato por el gobierno del jefe de la oposición.
Pero, ¿Cuál era la realidad? La realidad era que mientras el
día 27, según ABC, Queipo buscaba su huida por Huelva tras la llegada a Sevilla
de una columna de dos mil hombres desde esa ciudad, que
han recluido a los sublevados en una estrecha zona del centro,
cosas de la vida, desde Huelva, por orden del General Pozas y el Gobernador
Civil, marchan a Sevilla cuatrocientos efectivos pertenecientes a las Guardias
Civil y de Asalto, así como otro grupo formado por mineros de Ríotinto y
currantes de Huelva. Los últimos serían batidos antes de llegar a Sevilla,
sufriendo treinta bajas y sesenta y nueve prisioneros que serían fusilados el
treinta de agosto, excepto uno que era menor de edad; los primeros, se
deshicieron de los milicianos que les acompañaban y se pasaron a las fuerzas de
Queipo, que con pocos hombres había tomado la capital andaluza y en breve
tiempo liquidó la resistencia en los barrios. Lo curioso de todo es que el
mismo día 27, y antes de que llegara una columna nacional, Huelva había sido
liberada por las fuerzas de la Guardia Civil allí concentradas. Del dicho al
hecho va un trecho, a veces enorme. Mientras, en Madrid, los madrileños
encantados de las hazañas elucubradas por un fulano que firmaba como FEBUS.
Mientras el gobierno rojo no descansa y publica un decreto con
un solo artículo, declarando que el Gobierno legítimo, en representación de la
soberanía y bla, bla, bla…, ante el acto de rebelión provocado por el crucero “Almirante
Cervera”, situándose al margen de la ley, queda éste excluido de las listas de
la marina militar, negándosele el derecho a llevar el pabellón español, a
considerarse de carácter militar y pasando, por tanto, a ser buque pirata que
podrá ser capturado o detenido en cualquier parte y sus tripulantes juzgados
según las leyes de la piratería. Se ve que Azaña y Giral no tenían nada mejor
que hacer el día 25 de julio, a la espera de la huida de Queipo de Llano.
Vistas las cosas por el sur, en la próxima entrega nos vamos
al norte de Madrid.
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