Hoy a las 16 horas recibo la llamada de un camarada para comunicarme que había fallecido el día anterior Vicente, el legionario. Apenas el tiempo suficiente para acudir al funeral de cuerpo presente y posterior sepelio en el cementerio de Cueto. Vicente, como buen legionario, cuidó seguramente poco de su salud y esto le pasó al final factura y, aunque arrastraba problemas serios desde hace algún tiempo, su final ha sido una triste sorpresa.
Para quien no le conociese, en Santander hablar de el legionario era hablar de Vicente Camus, dueño de el Bar El Faro, el sitio más recomendable de la ciudad en el marco más incomparable de España. Vicente había cedido ya el testigo de su explotación a sus hijos, Pablo y Vicente, ayudados por sus hermanas y su ahora viuda. Vicente ha sido hombre de ley, Caballero Legionario hasta el final, su féretro cubierto por la bandera de la Patria y ornado por su chapiri fue despedido en la Iglesia de Cueto a los acordes de La canción del Legionario y El novio de la muerte en un acto de profunda emoción. Desde aquí, expreso nuevamente mis más sinceras condolencias a la familia y rindo a Vicente un más que merecido homenaje.
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